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“Los arquitectos anónimos en espacio y tiempo demuestran un admirable talento para insertar sus edificios en sus contextos naturales, en vez de intentar conquistar la naturaleza como hacemos nosotros ellos abrazan los agentes climáticos y condicionantes topográficos.”

Todo nace de la experiencia del primer verano recorriendo la isla, durmiendo en tiendas de campaña y viviendo en la naturaleza. Solo estaba la naturaleza, la vegetación, el clima, el hombre y su refugio. Y deciden que eso es lo único que necesitan.

En medio de la naturaleza el contexto del proyecto no son otras arquitecturas, te encuentras en un lugar sin referencias de la civilización, estas perdido en el tiempo. Y es que la arquitectura habla del paso del tiempo, a través de los estilos y las formas de hacer de cada momento. Como no aparece el tiempo ni el momento el proyecto se realiza de manera primitiva, que no quiere decir que se resuelva imitando las primeras formas de arquitectura de la historia sino que se hace como sale del hombre, sin contaminarse por otras influencias que no sean las necesidades y los condicionantes del lugar, podríamos asimilarlo al instinto.

Sin embargo al hablar de necesidades me refiero a temas tan complejos como las sensaciones que una familia necesita tras un año de duro trabajo en la ciudad. Es decir, no necesitan tanto alimentarse como necesitan sentirse en comunión con la naturaleza, de donde vienen y donde pertenecen.

En el resultado del proyecto admiras como este se funde con el paisaje, se adapta a él y forma parte de él. Se resuelve gracias a que el arquitecto consigue evadirse de todo lo que sabe y responder solo a lo que el lugar le proporciona.

La casa ya estaba allí antes de que nadie llegara, solo había que elegir los elementos de la naturaleza y colocarlos de manera que le sirvan al hombre como refugio.

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